En nuestra Parroquia Nuestra Señora de Guadalupe, cada domingo a las 12:00 pm, nos reunimos como comunidad para celebrar la Santa Misa y también para hacer algo extraordinario: transferir el kit de oración por los no nacidos. Este acto tan hermoso y significativo no solo fortalece nuestros lazos como familia parroquial, sino que también nos conecta con una causa que trasciende cualquier frontera o diferencia.
El pasado Domingo 28 de abril, tuvimos el privilegio de presenciar otro acto de amor y compromiso. Una familia se unió al noble propósito de rezar por la vida, comprometiéndose a incluir en sus oraciones a todos los niños que están en los vientres maternos. Su generosidad y su disposición a ser instrumentos de esperanza nos conmueven y nos inspiran.
Es importante recordar que la vida es un regalo sagrado desde su concepción hasta su muerte natural. Cada niño que está por venir al mundo lleva consigo el potencial infinito de amor, alegría y esperanza. Nuestro deber como comunidad y como seres humanos es proteger y defender esta vida, desde el primer instante en que comienza su viaje en el vientre materno.
A través de la oración, podemos ser instrumentos de cambio y de transformación. Al elevar nuestras plegarias por los no nacidos, les ofrecemos un escudo de protección y un camino iluminado por la luz divina. Cada palabra pronunciada con fe y amor tiene el poder de tocar corazones, de sanar heridas y de abrir caminos hacia un futuro lleno de promesas.
Por eso, cada domingo, cuando transferimos el kit de oración por los no nacidos, estamos sembrando semillas de amor y esperanza en el mundo. Estamos construyendo un puente entre el cielo y la tierra, entre el pasado y el futuro. Y aunque no podamos ver los frutos de nuestras oraciones de inmediato, confiamos en que Dios está obrando maravillas en el silencio de cada corazón que ora.
Sigamos unidos en este noble propósito de rezar por la vida, de ser voz de los que no tienen voz, de ser defensores de los más vulnerables. Que nuestra oración sea un bálsamo de amor que abrace a todos los niños por nacer y a sus madres, ofreciéndoles consuelo, fortaleza y esperanza en medio de cualquier dificultad.
Que el ejemplo de esta familia que se ha comprometido a rezar por la vida nos inspire a todos a ser luz en medio de la oscuridad, a ser amor en medio del dolor. Y que en cada misa, al transferir el kit de oración, renovemos nuestro compromiso de ser guardianes de la vida, desde su concepción hasta su muerte natural.