“Yo soy la vid verdadera y mi Padre es el labrador”

🗓️ En este V Domingo de Pascua, la liturgia nos invita a permanecer unidos al Señor, nutriéndonos de su Palabra y Vida para dar frutos abundantes como auténticos discípulos. El Evangelista Juan nos exhorta a permanecer en Cristo, en su amor que trasciende lo superficial y se manifiesta en compromiso y acción
🧔🏻 Permanecer en Cristo implica someternos a la poda divina, permitiendo que todo lo que obstaculiza nuestro crecimiento sea eliminado. Esta permanencia nos brinda estabilidad auténtica, fortaleciendo nuestra autenticidad y compromiso con lo que realmente importa.
😇 Las comunidades, familias y pueblos experimentan la Pascua como un recordatorio del poder transformador del amor. Aunque el mundo pueda parecer inmutable, nosotros como cristianos sabemos que lo esencial ha cambiado: hemos resucitado a una vida nueva, colmada de esperanza y plenitud.
🎉 Celebrar la resurrección va más allá de gestos simbólicos; implica un compromiso con la renovación personal y social. La resurrección nos inspira a enfrentar lo aparentemente imposible con fe y esperanza, recordándonos que la salvación siempre está cerca para aquellos que esperan.
🍇 La metáfora de la vid y los sarmientos nos enseña que Cristo no está solo ante nosotros, sino dentro de nosotros, guiándonos hacia la libertad y la plenitud. Vivir con Cristo significa abrazar una vida con propósito, dando frutos que enriquecen el mundo y reflejan su amor incondicional.
🤔 En última instancia, la pregunta que debemos hacernos es: ¿estamos produciendo frutos que glorifican al Padre y renuevan nuestra realidad? ¿Estamos dispuestos a dejar atrás lo viejo para abrazar lo nuevo, lo que la resurrección nos ofrece?
📖 Que esta reflexión nos inspire a vivir cada día en comunión con Cristo, siendo testigos vivos de su amor en un mundo que anhela esperanza y renovación.
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